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viernes, 27 de enero de 2012

PIENSA

Octavio Ballesteros
Siglo del conocimiento

Esta semana en el desayuno mensual del IMEF, Aníbal Basurto nos comentaba lo que será la tónica a lo largo de este siglo XXI: Que éste será el siglo del conocimiento, donde nos queda claro que las ideas son las que jugarán un papel clave en la economía, y que las empresas deberán estar orientadas al cliente, no al patrón o jerarquía de la misma. La caída de Mubarak en Egipto, el movimiento social vs. Wall Street son claro ejemplo de que el “cliente es el que manda”. Desde el punto de vista patrimonial tenemos el ejemplo de muchos individuos que han destacado, gracias a las ideas que han tenido, y que lógicamente las han llevado a la práctica.

Tomemos el caso de Donald Trump, el multimillonario norteamericano en bienes raíces. Trump no es rico por los bienes raíces, sino por las ideas que tiene al respecto: Los bienes raíces es el vehículo que utiliza para ejecutar sus ideas. Veamos un caso: En 1995 ve un edificio, localizado en 40 Wall Street, en Nueva York, construido en 1929; necesita una amplia remodelación, y Donald alcanza a comprarlo dando un millón de enganche, pero en lugar de seguirlo usándolo para lo que era, departamentos, lo que hace es hacerlo locales comerciales y despachos para oficinas de lujo. 10 años después, el edificio tiene puros inquilinos clase triple A, y el edificio está valuado en 400 millones de dólares, nada mal para una inversión de 1 millón.

Robert Kiyosaki, el afamado autor del libro y la serie Papá rico, Papá pobre; la idea que tuvo de poner por escrito los conocimientos que obtuvo del papá de su mejor amigo en Hawai, que lo ayudaron a destacar en los negocios, comparados con las enseñanzas que les transmitía su padre, que eran muy tradicionales, lo llevan a ser un autor y expositor...


 reconocido a nivel mundial.

La idea de Steve Jobs, de salirse del negocio tradicional de computación, e incursionar en el mundo del entretenimiento, como lo fue con el caso del iPod, y después con el iPhone, y recientemente con el iPad, nos demuestran también la importancia de las ideas. Inclusive la empresa Apple ya no tiene la palabra computadora en la razón social. Howard Schultz, de Starbucks, con la idea del tercer ambiente para el consumidor norteamericano, aparte de su casa y oficina.

Probablemente, estimado lector, esto que acabamos de poner en la columna es para personas iluminadas y afortunadas, y con la suerte que tienen ellas, que francamente este tipo de situaciones jamás le ocurrirán a usted. Sin embargo, permítanos decirle lo siguiente: El nivel al que ha llegado uno en su propia vida hasta ahora es producto de la experiencia acumulada hasta hoy. Todo lo que uno sabe es lo que le ha permitido llegar a donde ha llegado. Si lo que le interesa es llegar a un siguiente nivel, entonces uno necesita adquirir un nuevo conocimiento y tomar una nueva acción. Bien lo dijo Einstein, si usted hace lo mismo, sigue con los mismos resultados, no tiene por qué haber un cambio.

Y aquí es donde entra la importancia del conocimiento: Los pobres en esta nueva economía son los ignorantes, porque desafortunadamente no tienen futuro. Los nuevos ricos son los que aportan una idea, y aprovechando la tecnología, le dan un beneficio a muchísima gente, y con ello por consecuencia llegan los resultados económicos: Los creadores de Facebook, de YouTube, de eBay, son ejemplos claro de ello.

En resumidas cuentas, estimado lector, ¿Cuál es el valor agregado de su trabajo? Si usted es empleado, y le avisa a su jefe que se va, ¿cuál será la expresión de la cara de su patrón?

Permítanos plantearlo de otra manera: Si usted fuera el patrón, ¿contrataría alguien como usted? Hasta aquí llegamos hoy: ¡Feliz semana!



Octavio F. Ballesteros N., socio del Despacho Ballesteros y Asociados, consultores en planes de ahorro y protección.

Correo: octavio@ballesterosyasociados.com.mx



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