Una de las expresiones más clásicas de los empresarios mexicanos es: “quiero resultados”; hasta aquí, pareciera que vamos por buen camino, pues ¿Quién está peleado con los resultados?
El problema se presenta, cuando le preguntamos a estos dirigentes: ¿Cuáles resultados? La gran mayoría, no pasa el primer filtro, pues responden de inmediato: ¡Las ventas!; si continuamos con esta “prueba de fuego”, y preguntamos: ¿y qué más?, una minoría responderá: ¡la liquidez¡… después, nada de nada…balbuceos…preguntas…adivinanzas…
Ubicar a las ventas como único resultado, es la forma más primitiva de conducir una empresa; desde luego éstas son muy importantes, en realidad son la “bomba” que hacen que se mueva el sistema circulatorio de la firma, pero no son lo único; no pueden ser la meta del negocio. También existen: las utilidades, la rentabilidad de activos, la rentabilidad del capital, la solvencia, el crecimiento del capital, el crecimiento de la riqueza de los dueños del negocio, etc.