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miércoles, 1 de junio de 2022

LA DESINFORMACIÓN DIRECTIVA


Por: Ing. Adolfo Carjaval Galindo

Consultor del Bufete Empresa Inteligente


¿Qué es la desinformación directiva?

Es una información falsa que se difunde con la intención de engañar al directivo. Quién comparte la "noticia" sabe que es falsa y desea engañar a su interlocutor. 

A diferencia de la malinformación, no se trata de un intento de buena fe de arrojar luz sobre un asunto, sino un intento de mala fe de generar división y alentar el temor.

Cuando el fuego arrasó la catedral de Notre-Dame de París en 2019, una campaña de desinformación iniciada por activistas de extrema derecha en España, Francia, Alemania e Italia atribuyó el incendio a extremistas islámicos, en un intento de alentar el odio antimusulmán en Europa.

La clave de la desinformación es precisamente esa intencionalidad, con objetivo de manipular a quién la recibe y es también lo que la convierte en muy peligrosa. 


¿Por qué la desinformación es peligrosa?

Es peligrosa, pero es mucho más destructiva; puede obstruir la capacidad de la gente de debatir temas y tomar decisiones que son contrarias a lo que realmente quieren o les conviene. 

Cuando la desinformación no sea aceptada por quiénes la consumen, el efecto de esta exposición siembra la desconfianza en las organizaciones. Cuando a la gente se le presentan mensajes contradictorios -que son extremos y no coinciden en lo más mínimo- pierden la confianza en todas las fuentes de información.

La desinformación funciona mejor cuando está dirigida a quiénes consumen sus noticias de un número reducido de fuentes. Esto suele significar que la persona ha elegido esas fuentes y, por ende, está predispuesta a confiar en ellas. 

¿Cómo se detecta la desinformación?


Identificar la desinformación puede ser difícil. Es fundamental desarrollar una mirada crítica sobre la información que consumimos y contrastarla con otras fuentes. 

Para tal fin, el Directivo debe hacerse las siguientes preguntas:


¿Quién lo firma? ¿Es una fuente fiable?


Es importante fijarse en quiénes firman la información. ¿Tienen credibilidad ante otras fuentes de noticias para las que no trabajan? ¿Sus noticias han sido precisas en el pasado?

 

¿Qué dicen otras fuentes sobre el mismo tema?


Han compartido otras fuentes la misma información? 

 

¿Cuándo se publicó?


Es preciso tener en cuenta la fecha de publicación. A veces, se reutilizan noticias antiguas y se manipulan para que parezcan un acontecimiento actual.

 

¿Dónde la has encontrado? ¿Es una plataforma fiable?


Además de quién firma la noticia, es importante fijarse en las plataformas que la difunden. 

Diferenciar entre desinformación e información errónea puede ser difícil, y a menudo requiere un poco de esfuerzo adicional por parte del Directivo. Pero, para poder identificar y mitigar los efectos tanto de la mala información como de la desinformación es preciso un esfuerzo de la organización en su conjunto, no únicamente de las personas a título individual. 

El verdadero problema, es que resulta increíblemente peligroso designar a una sola persona o entidad como árbitro de la verdad.

Mitigar la desinformación es una responsabilidad compartida.

Por lo tanto, debemos reflexionar críticamente sobre la información que consumimos, mirarla de forma crítica y abrir nuestra mente a puntos de vista opuestos. 


“La desinformación se combate con información”.

Solo con una buena información podremos tomar decisiones fundamentadas sobre en qué confiar y en qué no


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