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miércoles, 29 de julio de 2015

LA INNOVACIÓN EN LAS EMPRESAS

"En las empresas mexicanas, la innovación está en boca de todos, en la mente de algunos y en manos de nadie..." ABA


En días pasados, fui invitado a un desayuno de negocios, por la Asociación de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia de Mazatlán, Sinaloa; el tema: innovación.
Ya es casi imposible, asistir a un evento empresarial, donde no se hable de este asunto, pero, cuando se les pregunta a los participantes sobre cuántas innovaciones se realizaron en sus empresas el año pasado, el anterior mes o la última semana, la respuesta casi siempre es la misma: ninguna.

¿Por qué a pesar de ser un asunto tan necesario y tan de moda, casi nadie innova en las empresas?

En su reciente libro: Crear o morir, Andrés Oppenheimer explora las razones de por qué la gente innova, y los argumentos que este periodista plantea, me parecen correctos en lo general, pero no estoy de acuerdo con él en algunas particularidades, que a mi juicio son vitales.

El enfoque que, sobre el tema, plantea este investigador, se ubica más en los entornos que rodean a la gente creativa a que sus propias características personales, lo cual, me parece correcto, pero insuficiente.

Entre los Razonamientos que presenta Oppenheimer sobre los ambientes, destaco:

1. La Educación no basta.
Ciertamente, hay países con más nivel educativo que otros y sin embargo, la innovación no se da en esas proporciones.
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2. Las Desregulaciones tampoco han detonado la ansiada innovación, ya que países como México y Chile, casi se han emparejado en días-trámite (6) con Estados Unidos, para abrir nuevos negocios y no ha habido esa explosión de innovación.

3. Los parques industriales cerca de las universidades no son cosa ignorada tampoco; en México, existen más de 21, y sin embargo, la ansiada innovación no llega.

Señala Oppenheimer que ahora, las ciudades jalan a las personas, por lo que la pregunta a responder debe ser:

¿Dónde están las mentes creativas?, a lo que él mismo responde: lejos de las corporaciones piramidales, lejos de las reglas, donde puedan controlar los medios de producción, donde les ofrecen capital de riesgo y no deuda.

Las mentes creativas, continua, están donde florecen las artes, nuevas expresiones, músicos; gran población gay, buena cocina, y universidades, que puedan convertir la creatividad en innovación; se encuentran, dónde se glorifica el talento no el dinero.

Lo que hace falta, remata Oppenheimer, es perder el miedo al fracaso.

Lo expresado por este laureado periodista argentino, me parece necesario pero, insuficiente para entrar a una dinámica innovadora.

En base a nuestras investigaciones y trabajos realizados en el Bufete Empresa
Inteligente, nos ha quedado claro que la innovación es, por sobre todas las cosas, un asunto de MÉTODO. Miles de innovaciones que han realizado y siguen llevando a cabo los trabajadores de las organizaciones donde se ha experimentado esto, lo avalan.

En nuestros trabajos, hemos apreciado que en climas áridos y benévolos; en lugares con arte y sin él, y en ciudades bohemias y rudas, cuando se ha llevado un método de trabajo, la creatividad florece por todos lados.

Trabajadores cultos, incultos, introvertidos y extrovertidos, maduros y jóvenes, hombres y mujeres; todos innovan.

Estoy de acuerdo que los ambientes, los espacios y otros elementos señalados por el periodista citado, son complementos para desarrollar una cultura innovadora, pero lo más importante es trabajar con una metodología para detonarla y hacerla florecer.

Para lograr una empresa, una región o un País innovador, tenemos que partir de una premisa: el ser humano, por el solo hecho de serlo, es creativo e innovador.

A nadie podemos hacerlo creativo e innovador; la persona, por el solo hecho de serlo, ya lo es. Lo único que podemos hacer, es ayudarlo para que se quite de encima los elementos que le impiden manifestar su naturaleza.

Desde que el individuo nace, hasta los siete u ocho años, es todo creatividad; después de esa edad, la familia, la escuela, la sociedad, el gobierno y la empresa en la que trabaja, lo domestican, lo estandarizan y lo convencen de vivir en "la sana medianía". A estos 5 factores, les llamo: "Las planchas de la creatividad", que en otra ocasión, abordaré a fondo.

Así, aquél niño que fue 100% creativo hasta los 8 años, termina convertido en un producto hecho en serie, por una sociedad estandarizadora, que no tolera los individuos atípicos que rompan el sistema,

Por eso, creo que lograr organizaciones y países creativos, es cosa de método.

Método, para quitar de encima del individuo, las planchas que redujeron a su mínima expresión su fuerza creativa, pero que no la aniquilaron.

Método, para enseñarle cómo puede recuperar la calidad humana, que perdió al convertirse en apéndice de las máquinas y los sistemas de trabajo ciegos que le dieron gloria mayestática al sistema industrial robotizador, que ya va de salida.

Método, para permitirle al trabajador que, junto con sus compañeros, sean dueños del proceso de principio a fin y que hagan los cambios (innovaciones) necesarios para mejorar la propuesta de valor al cliente.

Método, para demostrarle a los jefazos, de una vez por todas, que invertir en la gente es un gran negocio; en nuestra experiencia, el 100% de las veces en que los directivos de la empresa invierten tiempo y recursos en el desarrollo de su personal, quedan satisfechos por la innovación en cadena que se genera y por la gran rentabilidad que esto significa.

Así, para detonar la creatividad y la innovación, debemos considerar los hallazgos que plantea Andrés Oppenheimer en su libro; pero, no debemos olvidar que la creatividad y la innovación surgen de las entrañas, del ser del individuo, por lo que es también necesario un método para ponerlas de relieve. ESSS.......







1 comentario:

Juan Macalupú dijo...

Un análisis muy real e interesante...