EMPRESA
INTELIGENTE
LA
NUEVA CAPACITACIÓN EN LAS EMPRESAS
Por:
Anibal Basurto Amparano*
“Da lo mismo contar con empleados
profesionistas o líricos; finalmente su pensamiento es el mismo: ser empleados;
el punto es que ya no piensen ni trabajen como tales…”ABA
De
acuerdo a los historiadores, el desarrollo de la humanidad se ha desenvuelto en
períodos históricos. Cada época se
sustenta por una serie de paradigmas que constituyen las formas de pensamiento
generalmente aceptados por las generaciones que viven en ese hito de tiempo.
Cuando los patrones de
pensamiento se tornan incapaces de explicar los nuevos acontecimientos de una
época, son necesarios nuevos paradigmas que expliquen los sucesos de la nueva
realidad; cuando lo anterior ocurre, significa que la era histórica en cuestión
se ha agotado, y se abre entonces, una nueva época que trae consigo renovadas
formas de pensamiento.
La falta de respuestas
a los problemas dinámicos y a los cambios turbo-rápidos que se dan en el mundo
desarrollado a finales de la década de los ochenta, convencieron a cada vez más
pensadores y estudiosos del comportamiento humano, de que la Era Industrial había
llagado a su fin y que las formas se acomodaban, para dar paso a una nueva era:
la Era del Conocimiento
El actual cambio de era
histórica, significa un megacambio de paradigma en la supra-estructura mundial:
la política, la sociedad, el arte, la tecnología y la dirección en las
organizaciones.
El nuevo megaparadigma
del conocimiento que recorre al mundo, está permeando fuertemente el quehacer
de las organizaciones, lo cual lleva a los dirigentes vanguardistas a realizar
una profunda transformación en la forma de la convivencia laboral, del
pensamiento directivo y operativo, de las formas de producir, de enfocar y de
reestructurar las instituciones que dirigen.
Podemos sintetizar
estos reacomodos hacia el interior de las empresas, en tres grandes cambios de
paradigmas que son:
I.-
PRIMER CAMBIO DE PARADIGMA:
DE ORGANIZACIONES RESIDUALES A ORGANIZACIONES INTELIGENTES
(Preparación para la vida) .
II.- SEGUNDO CAMBIO DE PARADIGMA:
DEL ADIESTRAMIENTO
TAYLORIANO AL DESARROLLO DE
COMPETENCIAS LABORALES BASADAS EN LA INTELIGENCIA DE LA GENTE (Preparación para
el trabajo).
III.- TERCER CAMBIO DE PARADIGMA:
DE LA GERENCIA FUNCIONAL AL LIDERAZGO DESARROLLADOR.
En el primer cambio de
Paradigma: de organizaciones residuales
a organizaciones inteligentes, el esfuerzo debe ser en el
sentido de lograr la alfabetización del individuo de la nueva era. Es obvio que
las herramientas con que cuenta el ciudadano alfabeta del mundo moderno en su
forma clásica, resultan ya insuficientes para hacer frente a los problemas de
la vida cotidiana.
Es impensable que un
trabajador pueda llevar para sí y los suyos una vida decorosa con el solo hecho
de saber leer y escribir. Los dramáticos cambios que golpean a las
organizaciones de todo el mundo, redefinen al individuo educado del siglo XXI,
al grado de que, quien deja de aprender, se convierte en un analfabeta funcional, aunque pueda ser
calificado como alfabeta de acuerdo a los parámetros de la Era Industrial.
En nuestro punto de
vista, todo individuo perteneciente a la nueva organización, requiere
encontrarse inmerso de manera continua, en un proceso de aprendizaje que no termina
jamás.
Las herramientas
básicas para defenderse en la vida, son las habilidades sociales, las cuales colocan al individuo en una
posición de poder enfrentar los retos de la civilización moderna. Dichas
habilidades constituyen, en nuestro enfoque, los medios de producción del mundo moderno necesarios, no solo para
que el trabajador pueda enfrentar decorosamente los retos de la vida, sino que
le permitan colocarse en una posición de “propietario” en la relación laboral.
Segundo cambio de
paradigma: del
adiestramiento Tayloriano al desarrollo
de competencias laborales basadas en la inteligencia de la gente (preparación para el trabajo). En este cambio de
paradigma, se trata de que las organizaciones retomen el fundamento del valor
que es solicitado por sus clientes.
Este fundamento se
compone del binomio persona-innovación, el cual constituyó la raíz del valor
del sistema gremial y puso las bases de arranque de la Era Industrial.
El nacimiento y
desarrollo de las grandes industrias, alejo al pensamiento directivo, del
cliente, de las personas que hacen el trabajo y de la innovación misma.
Por lo anterior, bajo
el prisma de la nueva organización, se trata de rescatar la innovación
generadora de valor continuo hacia el cliente y su detonante directo: el
trabajador, concebido este último, como una persona completa, capaz de estar
generando dicha innovación de manera continúa.
En nuestro pensamiento,
creemos firmemente que el único ser capaz de crear en el orden temporal es el ser humano, es decir, la persona.
Resulta inexplicable, que muchos dirigentes de
nuestros días demanden que sus organizaciones sean creativas e innovadoras,
cuando sus trabajadores laboran bajo el concepto de empleados, peones o asalariados;
lo anterior, debido a que bajo esas formas de pensamiento los integrantes de las
organizaciones simplemente no pueden crear nada, pues laboran con una
parcialidad de sus potencias humanas.
El único ser capaz de
crear es la persona, por la tanto,
si queremos empresas creativas e innovadoras, necesitamos repensar y rediseñar
de manera profunda las organizaciones, para que en su forma y en su fondo, se
conciba a los trabajadores obreros o empleados como personas, pues de otra manera el esperar que dichos trabajadores
creen e innoven será mera demagogia.
Hasta ahora los
“expertos” (los jefes), que no hacen el trabajo, que no intervienen
directamente en los procesos que le dan razón de ser a la organización, han
sido los creadores del valor que más adelante hacen tangible de manera robótica
los que realizan realmente la labor.
La obsoleta y decadente
filosofía Tayloriana de principios del siglo pasado, solo permite que el
trabajador agregue valor de una manera robótica, reduciéndolo a la triste
condición de apéndice de las máquinas y los sistema ciegos.
Bajo este esquema
laboral el trabajador, no tiene la menor posibilidad de crear valor ni para si
mismo, ni para la empresa, ni para el cliente, ni para la sociedad…
No estamos en contra de
que un reducido grupo de dirigentes cree el valor y la tropa lo tangibilice
como valor agregado; el problema es que en un mundo de cambios turbo-rápidos
como el que vivimos hoy día, exige a las organizaciones cientos y miles de
cambios, que este reducido grupo de dirigentes simplemente no puede lograr; es
necesario por lo tanto, el concurso de todos los miembros de la organización,
para poder darle batería a los requerimientos que el cliente hace todos los días.
En nuestro pensamiento,
el verdadero experto de la forma en como se hace el trabajo es el colaborador,
sin embargo, éste carece de los conceptos y metodologías necesarios; primero
para tomar conciencia plena del valor que agrega y segundo, para generar el nuevo
valor a partir de su realidad laboral.
Es aquí donde entra el
papel de las instituciones de educación media y superior, para que coadyuven en
la formación teórico-practica de los trabajadores de la organización, para que
les ayuden, primero, a atrapar el concepto de lo que hacen; segundo, a tomar
conciencia de su propia realidad laboral y tercero, que le aporten nuevos
conocimientos que le brinden metodologías que le permitan estar rediseñando su
realidad laboral de manera continua.
Con todo lo anterior,
el desideratum en este segundo cambio de paradigma es que la parte directiva de
la organización no le diga al Colaborador como hacer las cosas, sino que le
acerque los medios necesarios para que sea el propio trabajador, el que
desarrolle sus competencias laborales a partir de un pensamiento propio, guiado
por expertos (universidades y lideres).
En nuestro enfoque, concebimos
al trabajador como el centro de gravedad sobre el cual deben caer todas las
formas de aprendizaje; lo anterior significa que ya no es el jefe el top hasta
donde el trabajador puede aprender, sino que este ultimo se convierte en un
elemento más para que el trabajador tome el conocimiento, es decir, el
colaborador pueda aprender en las redes, en los libros, como aprendiz de las
universidades, de su propia experiencia y del mismo líder, siendo éste quien
coordina todas las fuentes de aprendizaje hacia el trabajador.
En síntesis, pensamos
que las competencias laborales no son estáticas, son dinámicas y se redefinen
constantemente en base a las señales del mercado que recibe el propio
trabajador, quien toma la transformación de su trabajo en sus propias manos, guiado por expertos.
Con todo lo anterior,
creemos que la capacitación que se da en la gran mayoría de las empresas, no
solo se encuentra desenfocada, sino que se sigue básicamente adiestrando
a la gente, con una orientación total a eficientar sus habilidades sico-motrices,
donde sus facultades intelectuales y emocionales simplemente no son tomadas en
cuenta.
La nueva capacitación, traducida en desarrollo integral de la
gente que vertebra las organizaciones, debe reenfocarse a formar al
nuevo Colaborador del conocimiento y al nuevo ejecutivo de las
organizaciones del conocimiento.
El seguir adiestrando a la gente
“para el puesto”, solo nos conducirá a caer como país, a niveles aún más bajos
de competitividad en el concierto de las naciones. ESSS…….
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