“Las estructuras de gobierno, como las conocemos hoy día, tienen sus días contados: o se rediseñan en sus entrañas o serán barridas por la sociedad..." ABA
Durante ya casi dos décadas, he estado llamando la
atención a la comunidad académica y empresarial, sobre el leviatán que se
desguaza sobre el mundo entero: La revolución del conocimiento.
En mi libro: Sistema Empresa
Inteligente (2005 ISBN: 970-94450) señalaba: “La Revolución del conocimiento, que en otros
países está cimbrando los cimientos de las empresas y de la sociedad misma, no
parece preocupar mucho a los dirigentes de negocios en nuestro País. En el planteamiento, que yo llamo de
barrido, vamos por todo; ya basta de parchar la empresa con visiones
fraccionadas que han costado mucho dinero y tiempo, y que finalmente, no nos
han permitido salir de lo mismo.
En la medida en que pasa el tiempo, más
y más pensadores, académicos y empresarios de todo el mundo están de acuerdo en
que la empresa tradicional ya dio de sí, y que otro tipo de organización debe
llenar los espacios que poco a poco va dejando la vieja empresa.
El empresario debe dejar de aferrarse a la
ORGANIZACIÓN VERTICAL; no hay nada más dañino para una empresa moderna, que
seguir trabajando con esquemas piramidales, donde los problemas y las
oportunidades del mercado, pasan de noche para el grupo de dirigentes
cortesanos, que preocupados por hacer los favores al rey en turno, no ven los
ataques contundentes de la competencia que los acecha día y noche. El gran éxito alcanzado por los gigantes de
los mega-negocios de principios de siglo veinte, impiden pensar que sus
exitosos modelos cuasi-militares ya no tienen cabida en una sociedad
completamente distinta. Si los Sloan,
los Ford, o los Watson vivieran hoy día, seguramente estarían combatiendo los
paradigmas empresariales que hicieron posible su inmortalización en el mundo de
los negocios”. Hasta aquí, la cita de mi libro.
Este planteamiento que
se hacía para los empresarios hace una década, aplica perfectamente para los
dirigentes políticos de nuestro tiempo.
Las promesas que no se pueden cumplir
Cuando un político se
encuentra en campaña, piensa en casi todo: en lo que va a hacer si llega a la
posición que busca, en los funcionarios que ocuparán los puestos, en los
proyectos que deberá sacar adelante, y en el mejor de los casos, en cómo hará
realidad su plan de trabajo. Sin embargo, pocos piensan en quién lo va a hacer, quién
concretará los planes que tiene en mente.
La lógica que se debe
seguir para sacar una visión empresarial o de una administración pública es la
misma: qué se quiere lograr; cómo se llevará a cabo lo que se desea,
pero a casi todos, se les olvida el quién
lo hará posible.
El quién, es el conjunto de personas que constituyen la organización que
deberá llevara a cabo la visión; el qué
del líder.
No sé por qué los
dirigentes empresariales y políticos piensan que, en automático, las bases
trabajadoras saltarán a cumplir con los objetivos que los “altos dirigentes”,
plantearon en una planeación “estratégica”; no me explico por qué, suponen que
en cuanto esos directivos les digan a sus empleados de gobierno: ¡Adelante!,
todo el mundo va a salir corriendo a cumplir con esos objetivos.
Nada más alejado de la
realidad: los trabajadores, simplemente mandan al demonio a ese grupo de
“notables”, que en el olimpo de la organización cruzan acuerdos, sin tomarlos
en cuenta para nada; antes, podía funcionar, pero en un mundo donde el colaborador
está tan expuesto a las críticas del cliente o ciudadano; un mundo, donde este
colaborador se da cuenta de inmediato de
las grandezas o miserias que muestran sus directivos en cada palabra o acción
que externan, es punto menos que imposible pensar en que tendrán disposición
autónoma para el servicio; todos los días, por lo bajito, cuchichean sobre los pobres
liderazgos de sus dirigentes, quienes, ante la falta de un ejercicio directivo
auténtico, creen ingenuamente que sus subordinados les tienen aprecio, cuando
realmente, les hacen caso porque no les queda de otra; porque les tienen miedo;
porque son sus jefes.
Pensar que los
trabajadores de las organizaciones de nuestros días, nos van a ayudar, contra
nada, a llevarle de manera efectiva, eficaz y eficiente los servicios a la
sociedad, es simplemente, cosa de locos.
La nueva sociedad del conocimiento ya les llegó a los políticos
A los políticos de nuestros días les
tocó la mala suerte de enfrentar una sociedad muy diferente a la Sociedad Industrial, que rifó desde
fines del siglo XVIII hasta a principios de este siglo XXI.
La sociedad industrial era opaca,
cerrada, piramidal, elitista, poco informada, incomunicada; una sociedad de
castas, donde había “superiores” e “inferiores”; una sociedad poco
participativa, donde los jefes “chicharroneros” eran los que siempre tenían la
última palabra, y los trabajadores, simples mortales, solo les quedaba
obedecer, aunque no estuvieran de acuerdo en nada de los que sus jefazos les
imponían.
Pero, para desgracia de esos políticos,
que no le están entendiendo al nuevo milenio, el mundo cambió, y de una
sociedad industrial tan cerrada, donde podían hacer lo que se les viniera en
gana, con un ciudadano poco conocedor, dejado, incomunicado y poco
participativo, estamos pasando a pasos agigantados, a una nueva Sociedad del Conocimiento, en la que
tendrá que repensar muchas de sus actitudes, conocimientos y habilidades que
ayer le dieron gloria mayestática, y que hoy, lo han están convirtiendo
puntualmente en un representante del pleistoceno inferior, en la nueva forma de
llevar las organizaciones del tercer milenio.
Esta nueva Sociedad del Conocimiento, que se está dibujando en nuestros días,
se caracteriza por ser muy horizontal, informada, comunicada, abierta,
participativa y sobre todo, muy irreverente; igual, si los políticos piensan
que podrán, en el presente y futuro inmediato, llevar la función pública sin el
aguijoneo constante del ciudadano sobre las acciones de gobierno, están
totalmente fuera de lógica.
Pero… ¿quién es el quién?
Mencionaba arriba, que todas las
promesas que hace un político en campaña, las podrá cumplir sí y solo sí, cuenta con la voluntad de la gente que compone el aparato de gobierno:
los servidores públicos.
En las empresas lo hemos vivido una y
mil veces: si el líder no involucra a la mayoría de la gente de la entidad
económica, en el logro de su visión, esta gente simplemente lo manda por un
tubo; no solo no lo apoya, sino que ni siquiera se preocupa en entender que es
lo que quiere llevar dicho líder a sus clientes.
En los gobiernos, el problema es mucho
mayor, pues los trabajadores han sobrevivido a muchas administraciones y saben
que todas terminan planchándose bajo las inercias de las viejas reglas del
juego que siempre han prevalecido, “cuando les pasa la fiebre del arranque, todos
se asimilan a lo de siempre”, dicen.
El quién
debe llevar las ideas del líder a la acción; y ese quién es el trabajador que está en ventanilla, el que recoge los
expedientes, el que entrega las placas, el que finiquita un trámite; no son los
secretarios, subsecretarios o directores de gobierno. Que no se nos olvide:
quienes dirigen organizaciones, NO REALIZAN LOS PROCESOS de los que sale el
servicio que recibe el ciudadano: los realiza el trabajador; al ciudadano le
importa un comino, qué hacen los subsecretarios o directores; les importa lo
que hace el que está en ventanilla, el que le cobra las tenencias, el que le
recibe las solicitudes; el que HACE LOS PROCESOS QUE LE AFECTAN.
Por eso espanta que ningún político del
color que sea, jamás mencione siquiera, cómo va a trabajar con los servidores
públicos, que constituyen las infanterías del aparato de gobierno, cuando todas
las promesas que les hizo a los ciudadanos dependen totalmente de estas
personas, para que se cumplan o no.
La rebelión de la sociedad
En 1929 el egregio pensador español,
José Ortega y Gasset, planteaba en su libro: “La rebelión de las masas”, que
algún día las masas se rebelarían contra “las minorías”; todo parece indicar,
que ese día ya llegó.
La sociedad del siglo XXI, al parecer ya
no está dispuesta a tolerar que los políticos dispongan de sus recursos como si
fueran cosa propia; es cuestión de poco tiempo, para que los ciudadanos
encuentren las fórmulas para sacarle la vuelta a los partidos políticos y se
organicen en un nuevo contrato social.
Los políticos actuales solo tienen de
dos sopas: o se ponen a tono con la nueva forma de trabajar enfocados al
ciudadano, o son arrollados por esta agresiva colectividad, exasperada ya, de
gobernantes que no se dieron cuenta que el pueblo se hizo sociedad y que ésta
se está convirtiendo en opinión pública.
La nueva Ciudad-Estado a través de la tecnología
La tecnología no solo está revelando
todos los secretos de los políticos, sino que se está convirtiendo en la gran maestra de valores; por otra parte, dicha
tecnología, está aplanando las formas de la actividad humana en su totalidad.
Si nos remontamos al origen de la
democracia: la Ciudad-Estado de Atenas, donde la democracia, en el caso de la
asamblea (Ekklesía), instaurada por solón en el 594 a. C. http://www.historialuniversal.com/2009/07/democracia-atenas-grecia-asamblea-boule.html, se daba por exclamación, podemos apreciar que el ejercicio democrático se
podía hacer de manera directa, porqué el número de habitantes lo permitía.
En el siglo XXI, de alguna manera la
tecnología nos está acercando, a los habitantes de un Municipio, Estado, País o
el mundo entero, y está permitiendo formas de convivencia humana jamás
imaginadas durante milenios, y hace cada vez más posible, una democracia más
directa y efectiva.
Lo anterior, debe poner a pensar muy
seriamente a los políticos, pues si hace cinco o diez años, todavía se pensaba
que esto fuera producto de una moda, hoy no nos queda ninguna duda de que
estamos frente a una tendencia.
Hasta ahora, en lo largo y ancho del
País, los académicos, columnistas especialistas en política, empresarios y
representantes de la sociedad, han hecho su parte, al señalar los errores y
horrores de los políticos; es hora ya, de empezar a proponerles soluciones para enfrentar el infierno que están
empezando a vivir, de frente a una sociedad incrédula de sus acciones.
¿Con que estrategia se puede enfrentar esta realidad?
Por lo expuesto arriba, para un
gobernante que realmente desee seguirle el paso a la sociedad del siglo XXI, es
de vital importancia que tome conciencia de las 4 tendencias que marcan la vida
de las organizaciones de la nueva Era del Conocimiento.
En la siguiente ilustración se pueden apreciar las tendencias, así como los
principios que le dan forma a una organización pública competitiva.
Por lo expuesto, un gobernante que esté
entendiendo el signo de los tiempos, debe buscar diseñar, estructurar y
desarrollar, una estructura de gobierno:
1. Enfocada al Ciudadano; no, al Jefe
(Presidente Municipal, Gobernador o Presidente de la República).
2. Conceptualizar y tratar al
Servidor Público como una Persona;
no como un Recurso más.
3. Trabajar privilegiando los Procesos;
no los Puestos.
4. Trabajar en base a Resultados;
no en base en Funciones cumplidas.
Si no hace lo anterior, para poder
cumplir con sus compromisos, un dirigente político, tendría que ir él a las colonias
y a las calles de las ciudades a hacerlo, porque el mayor obstáculo, para
cumplir sus promesas, lo tiene en casa: su estructura organizacional, pues ésta
fue pensada, desde hace siglos, para otra realidad social: fue concebida para controlar, no para servir.
En realidad la solución a la
disfuncionalidad Gobierno-Ciudadano que se vive en México es muy simple, pues
solo se ocupan dos cosas: Que el gobernante quiera sinceramente ejercer una verdadera gestión de servicio al Ciudadano y
que busque las fórmulas para transformar su estructura de gobierno enfocado a
la autoridad, en uno enfocado realmente
al Ciudadano.
Y es el verdadero servicio al Ciudadano, lo único que
puede salvar a los actuales gobiernos de todo el País, de ser arrollados por las
masas ciudadanas que ya están afuera de los palacios retumbando las puertas;
amenazando con entrar y quemar todo a su paso, al grito de: ¡Hagamos realidad
los gobiernos republicanos! ESSS.......
Aníbal Basurto Amparano (aibasurto@empresainteligente.com)
*Director del Bufete Empresa Inteligente
Rector del Instituto Empresa Inteligente
México
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