“El uso del poder y la autoridad para lograr la conducción de una dirección es inversamente proporcional al liderazgo que se posee”...ABA
El autor sobrevivió, y helo
aquí, como era promesa, con la continuación de las palabras de uso común de los
jefazos.
Permiso.
Acto mediante el cual, el personaje en cuestión se apodera de los espacios que
deben rodear al subordinado, en cada minuto que dura el contrato presencial del
período laboral.
Empowerment
o facultación. Palabra que el jefazo desconoce, o en el mejor de los casos,
repite en los mentideros empresariales de moda, “para estar en onda”, pero que
en la realidad, ignora olímpicamente, al cerrar todos los espacios necesarios
para que el subordinado pueda pensar y
actuar con autonomía.
Para
el jefazo, facultar significa dar oportunidad de que el empleadote use la
puerta “A” en lugar de la “B” para entrar, o permitir que la raza use el
uniforme verde en vez del amarillo.
Administración
del terror. Forma de administrar, en la que el jefazo, impone un verdadero
estado de sitio. ¡Ay de aquél que se atreva a pensar o a actuar con luz
propia!; peor aún: ¿Ay de aquél que tenga la osadía de cuestionar su forma de
dirigir la organización o el departamento.
En
este asunto, el subordinado se encuentra en un estado de indefensión tal, que
llega a odiar, temer o padecer el trabajo a niveles de enfermarse por las
grandes dosis de estrés que va acumulando durante los días, meses y años en los
que tiene que sufrir a este tipo de personajes que le han robado las dos
terceras partes de sus potencias humanas: el intelecto y espíritu.
Los jefazos que llevan a cabo la administración del terror, semejan a los dictadores de las repúblicas bananeras, que utilizan el poder que les ha sido prestado por las estructuras piramidales, para esconder sus miserias de carisma y luz propia.
Los jefazos que llevan a cabo la administración del terror, semejan a los dictadores de las repúblicas bananeras, que utilizan el poder que les ha sido prestado por las estructuras piramidales, para esconder sus miserias de carisma y luz propia.
Incentivos
verticales. Son aquellos incentivos megarretrógrados en las que el pobre
subordinado es calificado por su jefe, no por su cliente, donde la regla es “si
quieres el incentivo, ya sabes a quien tienes que limpiarle las botas”.
Reglamento.
Documento esotérico, olvidado, y gigantescamente aburrido, que sólo sirve como
herramienta cohersitiva, cuando el jefazo quiere fastidiar a alguien, o cuando
de plano se quiere deshacer de un subalterno incómodo.
Misión.
Enunciado que el jefazo pronuncia con ojos de quinceañero amoroso, cuando está
en algún acto oficial, o cuando su jefe está presente, pero que ignora
majestuosamente en la cotidianidad de su trabajo.
Negociación.
Acto en el cual, el jefazo hace lo que le da su regalada gana, dando al
subordinado la generosa libertad de decir: “sí señor” ó solamente sí.
Cliente.
Personaje que no se le cae de la boca al jefazo, pero que allá, en lo más
profundo de su ser, siente que es un ente molesto, al que cada vez se le tiene
que dedicar más tiempo, para que siga comprando su producto o servicio.
Ascenso.
Palabra del mezozoico inferior empresarial, que constituye el eje de gravedad
de las empresas viejas; ya que es la única posibilidad de mejorar los ingresos
y librarse de la carga de otros jefazos que hacen la vida imposible.
El
jefazo busca el ascenso por sobre todas las cosas, y a su vez, juega con esa
posibilidad, practica el secuestro moral entre su tropa: “si quieres subir...ya
sabes a quién hay que rendir pleitesía”.
Reunión.
Evento donde el jefazo aprovecha para dictar los nuevos decretos inapelables;
donde este personaje escenifica su magnificencia de poder, y donde los
subordinados tienen la colosal oportunidad de oír las prodigiosas peroratas de
su jefe durante tres o cuatro horas ininterrumpidas.
Nombramiento.
Evento apoteótico que hace al jefazo estallar de placer; acto que le produce un
orgasmo jerárquico; un estruendo de mando centrífugo, al dejarle ver al
subordinado su magnanimidad, al darle, o ser conducto, para que el mortal
subalterno, sepa que se ha “logrado” para él tal puesto, y de paso recordarle
de manera sutil, “a quien le debe el hueso”.
Opinión.
Oportunidad que el jefazo da a sus subalternos de que digan lo que quiere oír,
de una manera más original.
Supervisión.
Acto donde el Jefazo recupera parte de su poder perdido por la falta de
liderazgo durante la cotidianidad del trabajo. Ordinariamente, el jefazo no supervisa
para mejorar un proceso, los hace para recordar al subalterno que él es el que
piensa, que él es el que“sabe como hacer las cosas”, el subordinado solo pone
el “bulto”, la materia gris la pone el jefazo, cuando este último se pone el
disfraz de supervisor.
Los
supervisores de los clientes (que son una verdadera plaga de molestia y costos, que paga el propio cliente) la
verdad es que no supervisan, solo le hacen al loco; invito al lector a que
cuando vaya a una de esas empresas antidiluvianas donde a uno le revisan a la
salida lo que compró, a que le pregunte al supervisor cuántas cosas lleva
realmente, y se dará cuenta que no sabe, porque la supervisión que realizan es
puro cuento.
Desde
luego que no estoy sugiriendo que se promueva esta práctica pues yo soy enemigo
de que otros “piensen” por el colaborador, sin embargo, ya que esta gente
genera un costo y millonarias molestias para los clientes internos y externos,
pues que desquiten lo que cuestan.
Trabajo
en equipo. Reunión de entes sin opinión ni vida propia, que se juntan para oír
y ver las genialidades que se le ocurrieron al jefazo en la última semana.
Creatividad.
Diferentes formas de plantear lo que el jefazo ya planteó.
Innovación.
Diferentes formas de hacer lo que el jefazo ya determinó.
Capacitación.
Mandar a los contadores cada arranque de año, a que se aprendan las nuevas
formas de torear al fisco.
El
jefazo no acude a cursos; concede a sus subalternos la graciosa oportunidad de
que ellos vayan. Según Él ya lo sabe todo, aunque su analfabetismo funcional se
haga cada vez más evidente; pero no se vale decírselo, hay que hacerlo creer,
como el cuento del rey desnudo, que creé que va enfundado en un mirífico traje,
aunque en realidad vaya bichi (sin ropa).
Posteriormente estaremos hablando sobre la transformación que debe sufrir este "ente" y nuestra propuesta sobre la nueva manera de dirigir las organizaciones...
ESSS......
Aníbal
Basurto Amparano
abasurto@empresainteligente.com
*Rector
del Instituto Empresa Inteligente
Director
del Bufete Empresa Inteligente
México
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