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lunes, 3 de noviembre de 2014

LOS JEFAZOS (Segunda de dos partes)


“El uso del poder y la autoridad para lograr la conducción de una dirección es inversamente proporcional al liderazgo que se posee”...ABA




El autor sobrevivió, y helo aquí, como era promesa, con la continuación de las palabras de uso común de los jefazos.

            Permiso. Acto mediante el cual, el personaje en cuestión se apodera de los espacios que deben rodear al subordinado, en cada minuto que dura el contrato presencial del período laboral.


            Empowerment o facultación. Palabra que el jefazo desconoce, o en el mejor de los casos, repite en los mentideros empresariales de moda, “para estar en onda”, pero que en la realidad, ignora olímpicamente, al cerrar todos los espacios necesarios para que el  subordinado pueda pensar y actuar con autonomía.
            Para el jefazo, facultar significa dar oportunidad de que el empleadote use la puerta “A” en lugar de la “B” para entrar, o permitir que la raza use el uniforme verde en vez  del amarillo.

            Administración del terror. Forma de administrar, en la que el jefazo, impone un verdadero estado de sitio. ¡Ay de aquél que se atreva a pensar o a actuar con luz propia!; peor aún: ¿Ay de aquél que tenga la osadía de cuestionar su forma de dirigir la organización o el departamento.
            En este asunto, el subordinado se encuentra en un estado de indefensión tal, que llega a odiar, temer o padecer el trabajo a niveles de enfermarse por las grandes dosis de estrés que va acumulando durante los días, meses y años en los que tiene que sufrir a este tipo de personajes que le han robado las dos terceras partes de sus potencias humanas: el intelecto y espíritu.

             Los jefazos que llevan a cabo la administración del terror, semejan a los dictadores de las repúblicas bananeras, que utilizan el poder que les ha sido prestado por las estructuras piramidales, para esconder sus miserias de carisma y luz propia.
            Incentivos verticales. Son aquellos incentivos megarretrógrados en las que el pobre subordinado es calificado por su jefe, no por su cliente, donde la regla es “si quieres el incentivo, ya sabes a quien tienes que limpiarle las botas”.

            Reglamento. Documento esotérico, olvidado, y gigantescamente aburrido, que sólo sirve como herramienta cohersitiva, cuando el jefazo quiere fastidiar a alguien, o cuando de plano se quiere deshacer de un subalterno incómodo.

            Misión. Enunciado que el jefazo pronuncia con ojos de quinceañero amoroso, cuando está en algún acto oficial, o cuando su jefe está presente, pero que ignora majestuosamente en la cotidianidad de su trabajo.

            Negociación. Acto en el cual, el jefazo hace lo que le da su regalada gana, dando al subordinado la generosa libertad de decir: “sí señor” ó solamente sí.

            Cliente. Personaje que no se le cae de la boca al jefazo, pero que allá, en lo más profundo de su ser, siente que es un ente molesto, al que cada vez se le tiene que dedicar más tiempo, para que siga comprando su producto o servicio.

            Ascenso. Palabra del mezozoico inferior empresarial, que constituye el eje de gravedad de las empresas viejas; ya que es la única posibilidad de mejorar los ingresos y librarse de la carga de otros jefazos que hacen la vida imposible.
            El jefazo busca el ascenso por sobre todas las cosas, y a su vez, juega con esa posibilidad, practica el secuestro moral entre su tropa: “si quieres subir...ya sabes a quién hay que rendir pleitesía”.

            Reunión. Evento donde el jefazo aprovecha para dictar los nuevos decretos inapelables; donde este personaje escenifica su magnificencia de poder, y donde los subordinados tienen la colosal oportunidad de oír las prodigiosas peroratas de su jefe durante tres o cuatro horas ininterrumpidas.
            Nombramiento. Evento apoteótico que hace al jefazo estallar de placer; acto que le produce un orgasmo jerárquico; un estruendo de mando centrífugo, al dejarle ver al subordinado su magnanimidad, al darle, o ser conducto, para que el mortal subalterno, sepa que se ha “logrado” para él tal puesto, y de paso recordarle de manera sutil, “a quien le debe el hueso”.

            Opinión. Oportunidad que el jefazo da a sus subalternos de que digan lo que quiere oír, de una manera más original.

            Supervisión. Acto donde el Jefazo recupera parte de su poder perdido por la falta de liderazgo durante la cotidianidad del trabajo. Ordinariamente, el jefazo no supervisa para mejorar un proceso, los hace para recordar al subalterno que él es el que piensa, que él es el que“sabe como hacer las cosas”, el subordinado solo pone el “bulto”, la materia gris la pone el jefazo, cuando este último se pone el disfraz de supervisor.
            Los supervisores de los clientes (que son una verdadera plaga de molestia y costos, que paga el propio cliente) la verdad es que no supervisan, solo le hacen al loco; invito al lector a que cuando vaya a una de esas empresas antidiluvianas donde a uno le revisan a la salida lo que compró, a que le pregunte al supervisor cuántas cosas lleva realmente, y se dará cuenta que no sabe, porque la supervisión que realizan es puro cuento.
            Desde luego que no estoy sugiriendo que se promueva esta práctica pues yo soy enemigo de que otros “piensen” por el colaborador, sin embargo, ya que esta gente genera un costo y millonarias molestias para los clientes internos y externos, pues que desquiten lo que cuestan.

            Trabajo en equipo. Reunión de entes sin opinión ni vida propia, que se juntan para oír y ver las genialidades que se le ocurrieron al jefazo en la última semana.

            Creatividad. Diferentes formas de plantear lo que el jefazo ya planteó.

            Innovación. Diferentes formas de hacer lo que el jefazo ya determinó.

            Capacitación. Mandar a los contadores cada arranque de año, a que se aprendan las nuevas formas de torear al fisco.
            El jefazo no acude a cursos; concede a sus subalternos la graciosa oportunidad de que ellos vayan. Según Él ya lo sabe todo, aunque su analfabetismo funcional se haga cada vez más evidente; pero no se vale decírselo, hay que hacerlo creer, como el cuento del rey desnudo, que creé que va enfundado en un mirífico traje, aunque en realidad vaya bichi (sin ropa).

Posteriormente estaremos hablando sobre la transformación que debe sufrir este "ente" y nuestra propuesta sobre la nueva manera de dirigir las organizaciones... 

ESSS......



Aníbal Basurto Amparano
abasurto@empresainteligente.com



México


 

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