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martes, 14 de agosto de 2012

Calidad de vida en el trabajo

Finalizada la impartición del módulo "autodesarrollo del liderazgo" a los alumnos del MDOC, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el relevante papel que se espera de las personas dentro de sus respectivas empresas de cara a un futuro ya inmediato.

En mi última clase les comuniqué una secuencia de mucho interés a la hora de gestionar personas que deberían tener siempre presente. Era la siguiente:



¿Qué es exactamente esto? Esta es una de las claves del éxito en el desempeño del trabajo actual y supone un cambio importante con relación a los paradigmas convencionales, por lo que cualquier líder del siglo XXI debería asumirlo y aplicarlo en la medida de lo posible.

Si nos preguntamos qué es lo que necesitábamos de las personas en sus puestos durante el siglo pasado, veríamos que en la mayoría de los casos les pedíamos "cantidad" de trabajo, es decir, que fueran lo más productivos posibles. Entendemos por productividad la relación entre el tiempo dedicado a su labor y el resultado conseguido. Estábamos en momentos en los que la producción de bienes y servicios era lo más importante para las empresas, dada la fuerte demanda que había por parte de la sociedad; por ello todos los "elementos" de la empresa debían dar lo máximo de sí, las máquinas y las personas.

Pero los tiempos cambiaron una enormidad. Hoy ya no se necesita producir mucho, sino producir mejor que los rivales. Se necesita generar bienes con características diferenciadoras que inclinen el interés del consumidor hacia nuestro producto, y para este fin, la "cantidad" de trabajo pasa a un segundo plano.

Lo primero que necesitamos es que las personas estén bien "orientadas" a su tarea, esto es, tengan muy claro cuál es el objetivo que se espera que consigan y trabajen alineadas con esta meta. Los líderes son los responsables de fijar estas directrices, siendo la comunicación cercana y fluida la clave para lograr que los empleados entiendan qué se espera de ellos. En definitiva, necesitamos personas con "el fin en la mente" (una de las claves del éxito descritas por Steven Covey) que ejerzan su labor con una clara orientación a resultados.

Una vez que las personas ya saben cuál es su cometido, lo siguiente que tenemos que hacer es buscar la manera de que trabajen ofreciendo la mayor calidad posible en su desempeño. Necesitamos personas exquisitas, perfeccionistas, inconformistas, que día a día traten de mejorar alguno de los aspectos cotidianos de su tarea. Esas pequeñas mejoras incrementales acabarán convirtiéndose en propuestas de valor diferenciales. ¿Cuál es el papel del líder en esta faceta? Muy simple: dotar a sus colaboradores de la formación necesaria para que puedan desempeñar su trabajo con excelencia y generar entornos de trabajo que propicien la mejora continua, entornos en los que el trabajador no tenga miedo a implementar pequeños cambios y en donde los errores que se puedan cometer en estas "pruebas" no sean castigados y penalizados. ¡¡Todo un cambio de mentalidad!!

Finalmente, una vez que los empleados hayan interiorizado esta nueva filosofía laboral, entonces sí podemos pedirles que incrementen el ritmo de producción hasta donde sea razonable pedirles, respetando mucho a la persona para no caer en viejas cuestiones hoy totalmente denostadas tales como la "explotación del empleado". Estamos hablando, finalmente, de "cantidad de trabajo". Algo que hace muchos años era una prioridad en las empresas y que ahora pasa a tercer plano.

Recapitulemos; ¿sirve de algo pedir máxima productividad a personas que no tienen clara cuál es su misión en la empresa y que no trabajan con calidad? Realmente no. Lo que nos estarán ofreciendo será un resultado mediocre; abundante pero mediocre. Antes de pedirles lo máximo de sí, tenemos que ayudarles a aportar "lo mejor". Y antes de esto, hay que darles orientaciones precisas para que sepan qué deben ofrecernos.

En definitiva; el rol de un líder pasa por gestionar a su equipo trasladándoles una visión y una meta para su quehacer diario. Cuando el colaborador sepa con precisión qué se espera de él, debemos apoyarle para que mejore su desempeño y logre un resultado excelente. Hablamos de apoyo formativo y emocional, ambas cosas. Finalmente, una vez alcanzado este segundo hito, sí debemos marcar unos ritmos de productividad razonables con la condición humana, a sabiendas que todo ese resultado que nos aportarán estará bien orientado con la misión de la empresa y será de una calidad exquisita. Estaremos en el buen camino.

Finalizo dejándoles un video sobre "calidad de trabajo" que espero también sea útil como elemento de reflexión. Por mi parte, desearles mucho éxito en el futuro y ponerme a su disposición para cualquier cosa que precisen de mí. Les felicito por la buena actitud formativa manifestada durante el módulo impartido, actitud imprescindible para ser una persona exitosa y feliz.


Cordialmente


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