(EN EL SECTOR PÚBLICO)
“Siempre hemos sabido que la gente se mueve en
base a incentivos; poco hemos avanzado en saber cómo incentivarla..." ABA
Durante años, en mi actividad como empresario,
directivo y consultor de negocios, he recibido la pregunta: ¿Cómo incentivar a
la gente?, la cual, sin duda, es una buena pregunta, sin embargo, la primera
debe ser: ¿Para qué incentivar?
Siempre se debe incentivar para lograr que los
colaboradores hagan o dejen de hacer determinadas acciones; lo cual pareciera
una fácil y pronta respuesta, pero, las muchas historias de programas de incentivos
que fracasaron nos revelan que no lo es tanto.
Es importante determinar qué se quiere lograr
con un programa de esta naturaleza, pero en esta ocasión, quiero abordar otro
problema, quizás igual o más importante que lo que se desee conseguir, y esto
es: ¿Cómo llenar los espacios que se abren, cuando se dejan de hacer cosas para
buscar lograr lo que se incentiva?
La gran lección de los Alcohólicos Anónimos
Una de las organizaciones, a nivel mundial,
que ha tenido un éxito indiscutible en sus programas y resultados, es
Alcohólicos Anónimos.
Tengo amigos y parientes que han recuperado
sus vidas, gracias a los programas de esta loable organización; vidas que se
habían convertido en un infierno, no solo para las víctimas del alcohol y las
drogas, sino para sus familiares y
amigos más cercanos.
La lección que esta institución nos deja, a
los investigadores del comportamiento organizacional, es que podemos aplicar su
método a las entidades públicas y privadas en muchos aspectos.
Si buscáramos las causas principales por las
que AA ha tenido tanto éxito en el mundo entero, lo podríamos reducir a dos
cosas:
Primero, por lo sencillo de las estructuras de
sus grupos en todos sus ámbitos, y segundo, por los espacios de tiempo-vida que
le llenan al alcohólico.
El problema de los espacios vacíos, es que si
no se llenan con algo nuevo, simplemente se vuelven a llenar con lo viejo.
Los incentivos y la corrupción en el sector
público
En estos días, en nuestra región, se ha
insistido en que se combatirá a la corrupción; en que ya no habrá más cohecho.
Los nuevos gobernantes parecen decididos a que "ahora sí" los
servidores públicos deberán vivir con el sueldo que se les paga por su trabajo.
Trayendo la analogía de AA al tema, tenemos el
problema de que si ya no existe el estímulo perverso de ganar más dinero por la
vía del cohecho, debe entonces preocupar mucho la pregunta: ¿cómo se va a ganar
más dinero cuando el unto ya no sea opción?
La ancestral falta de estadistas y políticos visionarios en nuestro poder legislativo, ocasiona que, frecuentemente, se propongan y aprueben iniciativas de relumbrón que, en el mejor de los casos, resuelven un problema inmediato, pero ocasionan complicaciones posteriores, seguidamente mayores a la situación que aparentemente se resolvió; por ejemplo, con la nueva ley sobre los circos, se prohibió que estos utilizaran animales en sus espectáculos, pero no se previó que pasaría con esas criaturas cuando ya no pudieran estar bajo la égida de alguna carpa; tampoco se previó, qué pasaría con otros entretenimientos donde, también, los animales son protagonistas, como es el caso de la pesca.
La historia nos enseña que el ser humano se mueve en base a estímulos y que cuando éstos desaparecen, algunos otros ocuparán su lugar o, simplemente, reaparecerán los idos.
Más allá todavía: se plantea que los principales funcionarios deberán presentar su "3 de 3", lo cual, me parece muy aplaudible, pero, suponiendo que estos personajes cumplan razonablemente bien con lo que se espera de ellos, en términos de honestidad y trabajen de espaldas a la corrupción, la pregunta sería: ¿qué pasará cuando solo dispongan del sueldo, de “la sana medianía” para vivir?
Echándole un ojo a los tabuladores que manejan los gobiernos
municipales y estatales, la verdad es que no son enloquecedores; no
para un ejecutivo talentoso que puede ganar dos o tres veces más en
una empresa privada, si comparamos la cantidad de personas que
dirigen y las responsabilidades que enfrentan.
Las consecuencias que vemos venir en este
caso, están muy claras: el
talento se alejaría del gobierno.
Alguien estará pensando en que es preferible que los funcionarios sean honestos a que sean “unas chuchas cuereras” pero tranzas, en lo que estoy de acuerdo, pero quienes batallamos todos los días para sacar adelante las empresas que dirigimos, el asunto no es tan simple: con dirigentes honestos pero sin talento para generar resultados, no llegamos a nada.
Claro que lo ideal es que la base directiva de los gobiernos estuviera
integrada por funcionarios decentes y talentosos, lo cual, por lo
menos en este País, ha resultado algo muy difícil de armonizar, sin
embargo, tampoco se trata de caer en la trampa de un maniqueísmo a
ultranza, que constituye un suculento platillo para teóricos y
académicos ontológicos y deontológicos, cuyos marcos de referencia
exactos revientan al menor desacomodo que plantea la alienada
realidad de la cotidianidad de las organizaciones públicas y privadas.
talento se alejaría del gobierno.
Alguien estará pensando en que es preferible que los funcionarios sean honestos a que sean “unas chuchas cuereras” pero tranzas, en lo que estoy de acuerdo, pero quienes batallamos todos los días para sacar adelante las empresas que dirigimos, el asunto no es tan simple: con dirigentes honestos pero sin talento para generar resultados, no llegamos a nada.
Claro que lo ideal es que la base directiva de los gobiernos estuviera
integrada por funcionarios decentes y talentosos, lo cual, por lo
menos en este País, ha resultado algo muy difícil de armonizar, sin
embargo, tampoco se trata de caer en la trampa de un maniqueísmo a
ultranza, que constituye un suculento platillo para teóricos y
académicos ontológicos y deontológicos, cuyos marcos de referencia
exactos revientan al menor desacomodo que plantea la alienada
realidad de la cotidianidad de las organizaciones públicas y privadas.
Entonces, ¿qué hacer?
Primero que nada, hay que aplaudir, apoyar y participar, en la
medida de las posibilidades de cada quien, en lo que están proponiendo
las actuales autoridades para combatir la corrupción; sin embargo, en la disciplina administrativa, al igual que en otras, no existen los espacios vacíos: si los funcionarios públicos dejan de percibir ingresos vía “mochadas”, buscarán obtenerlos de otra manera; así es la condición humana.
Lo que tienen que hacer, entonces, los
gobiernos es llenar esos espacios vacíos con ingresos que se puedan obtener en
base al mérito, la legalidad, el esfuerzo y… los resultados.
La mecánica
Si se desea realmente integrar equipos de
trabajo honestos y eficaces, en cada uno de los centros de trabajo del
gobierno, se debe buscar premiar el esfuerzo, la transparencia y los resultados
de manera colectiva; la mejor manera de agrietar y acabar con un equipo de
trabajo, es incentivar en lo individual; en el pasado, por ejemplo, se
incentivaba al jugador que metiera el gol; la consecuencia: nadie pasaba el
balón; cuando se aprendió, se establecieron premios para todo el equipo si
ganaban el partido, sin importar quien metiera el gol. Igual pasa en las
instituciones públicas o privadas; la mejor manera de destruir un equipo de
trabajo es incentivar en lo individual y eso es precisamente lo que hacen la
gran mayoría de las organizaciones.
Por lo anterior, se deben establecer
resultados colectivos para cada área de trabajo (Microentidades) donde cada una,
empiece y termine un proceso, detonado por una solicitud concreta de un
ciudadano.
Para lograr verdaderos equipos de trabajo se
requieren dos cosas:
- Que la Microentidades tengan objetivos comunes.
- Que el logro o no de los objetivos tenga consecuencias.
Si se desea que las Microentidades trabajen
buscando resultados comunes enfocados al ciudadano, se deben incentivar a todos
sus integrantes; no solo a los jefes… ¡a todos!
En el caso del gobierno, normalmente no se plantean
incentivos para los servidores públicos, ni en lo individual ni en lo
colectivo; el resultado, es que ellos mismos se los buscan, por medios que no
son legales ni morales: la corrupción.
Decíamos, líneas arriba, que el programa de
alcohólicos anónimos tiene éxito porque, entre otras cosas, cuenta con un
capítulo de “sustitución de espacios vacíos”; en esa lógica, si se quiere
lograr disminuir o eliminar la corrupción, se debe tomar en cuenta la
naturaleza humana, con un planteamiento como: “vamos a eliminar los estímulos
perversos de la corrupción, pero lo vamos a sustituir por un programa de
incentivos virtuosos, basados en resultados”.
Si no se llenan esos espacios vacíos, los
servidores públicos de todos los niveles, siempre encontrarán la forma de
sacarle la vuelta a los candados que se le ponen a los sistemas de trabajo para evitar la
corrupción; no tiene remedio: si quitas unos incentivos perversos, debes
brindar otros virtuosos.
Con estas consideraciones, podemos concluir,
que no la tienen nada fácil los gobiernos de este País: para abatir el cáncer
de la corrupción, que tiene a México herido de muerte, es necesario hacer un
planteamiento de fondo para que este terrible mal se cure para siempre, y un
pilar importante para lograrlo es trabajar en un poderoso programa de
incentivos, que premie los resultados, las buenas prácticas deontológicas y la
contribución de los servidores públicos a que este País sea mejor cada día. ESSS…….
*Director del
Bufete Empresa Inteligente
Rector del Instituto Empresa Inteligente
México